viernes, 7 de septiembre de 2012

El servicio

Desgraciadamente, se ha bastardeado la palabra servidor, y más aún la palabra sirviente (yo prácticamente no uso "sirviente" excepto para el servicio propiamente dicho). Como muchas otras palabras reales y útiles, se la ha bastardeado asociándola a situaciones negativas e indeseables (como la esclavitud) o maldefiniéndola, o trabajando sobre su opuesto, es decir agrandando el ego falso de las personas.


Igual que con el amor, es necesario decir varias cosas del servicio:

El servicio es la expresión práctica y real de un amor que de otro modo sería meramente imaginario.
El servicio es el estado natural de toda persona, no podemos evitar servir; de hecho, estamos sirviendo todo el tiempo a otros: nuestros hijos, nuestras parejas, nuestra mascota.
La persona consciente elige a quien servir. El resto simplemente sirve, inconsciente de a quién está sirviendo...
El servicio tiene diferentes expresiones llamadas: amor conyugal; paternidad, maternidad y relaciones de parentesco; amistad; servicio propiamente dicho e indiferencia favorable.
Un maestro es como un padre, así entra dentro de esa categoría.

La felicidad no se alcanza cuando me centro en tratar de disfrutar yo, se alcanza cuando disfruto el disfrute del otro a quien sirvo, lo cual es parte de nuestra definición de amor (ver entrada anterior). Quienes hicieron la prueba lo saben. Algunos sólo probaron los "sinsabores y sufrimientos de la vida" que no son más que el resultado ilusorio de una actitud centrada en el disfrute personal. Otros cansados de eso mismo, probaron el servicio y encontraron otra dimensión en sus vidas.

El servicio es la clave de la felicidad, porque no hay diferencia entre servicio y amor y el amor es la clave de la felicidad.

No queremos con esto decir que el servicio debe hacerse "a tontas y locas" o sea caprichosamente. Hacer un servicio que corresponde a otra persona, aunque lo hagamos perfectamente, no acarrea siempre felicidad y de hecho muchas veces nos mete en problemas. Hacer un servicio que me corresponde siempre trae aparejada la verdadera felicidad, aquélla que es permanente, no transitoria. Esto sólo puede saberse por experimentación, no puede demostrarse matemáticamente ni sirven los argumentos lógicos para probar que es así.

¿Cuál es el servicio que me corresponde? Eso lo sabe cada quien para su situación particular, pero es fácil ver que si tu padre está en el hospital, tu servicio de acompañarlo y ayudarlo te corresponde. Éste es un ejemplo claro, pero incluso ese ejemplo tiene excepciones. Luego cada quien sabrá cuál servicio le corresponde. Y el que no sepa, que pregunte... lógico, ¿no?

El servicio es un estado armónico con quienes nos rodean y con la naturaleza misma.

No se trata de amoldarse, sino de armonizar... En este sentido, cada persona tiene servicios apropiados a su personalidad (no amoldarse) y apropiados de acuerdo al entorno o sección del universo donde le ha tocado nacer (armonizar). Las personas pueden descubrir ese servicio por sí mismas o pueden recurrir a otra persona para que les ayude a descubrir ese servicio. Cuando la persona se sitúa así en "su" servicio, alcanza la felicidad, y se siente tan feliz, que no desea hacer otra cosa.... me atrevería a agregar: "jamás". En otras palabras, encuentra su servicio eterno. El gran problema de la civilización actual es que las personas no están realizando su servicio eterno, sino un servicio que no es el suyo, que ha sido impuesto por otras personas en contra de sus deseos. Esto coincide con nuestra definición de violencia. En otras palabras, se está violentando a las personas masivamente. Ésa es la verdadera causa mayor o final por la cual no hay paz ni unión mundial: porque no hay felicidad real, sólo espejismos de felicidad, que duran un instante y luego se ven reemplazados por extensos períodos de infelicidad.

Cada persona tiene un servicio eterno que le significa la felicidad eterna. Cuando la persona se sitúa en ese servicio eterno, se vuelve feliz eternamente y así ya no desea otra cosa. Ésa es la razón por la cual puede ser feliz eternamente.

No es necesario para la felicidad general que las personas realicen otro servicio que no sea el que les corresponde eternamente. Incluso cuando ese servicio pueda parecer muy simple o desproporcionado con el de otras personas.

Cuando una persona está situada en su verdadero servicio eterno, no tiene envidia, pues se siente feliz. Cuando por el contrario, está situada en un servicio que no le corresponde, se vuelve envidiosa, entre otras cosas, pues en el fondo de su corazón siente que no es feliz, aunque superficialmente crea serlo.

En un próximo artículo definiré la envidia, pero damos aquí un atisbo. La envidia es la causa madre de todos los errores, o sea: el primer error. No es una falta personal, no es atribuible al individuo, sino a la organización deficiente...

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